Al recordar un nuevo aniversario de su paso a la inmortalidad, hoy más que nunca es necesario mantenerlo vivo en nuestras acciones. Por eso, por ser un ejemplo a seguir, sería interesante preguntarnos ¿Qué podríamos copiar de este gran hombre para ser mejores personas, ciudadanos comprometidos con nuestra sociedad?
Al plantearme qué aspectos tendría en cuenta al momento de hablar sobre el General San Martín, tuve que elegir entre varias opciones: San Martín hombre, contando su biografía y así incluir datos conocidos por muchos y fáciles de encontrar en libros e Internet; San Martín padre, haciendo alusión a las máximas escritas para su hija; San Martín estratega y militar, relatando sus batallas y máximos logros ayudados por su astucia e inteligencia.
Estos fueron algunos temas que se me vinieron a la mente, pero creí interesante hablar del San Martín actual. ¿Cómo? Si es un prócer que murió hace mucho tiempo.
Hay una frase que dice: “las acciones merecedoras de ser destacadas, perduran en el tiempo junto a quienes las realizaron”. Estoy convencida de que éste es uno de esos casos.
¿Qué necesita cada uno de nosotros rescatar de este gran hombre para crecer? Crecer como personas, como colegio, como sociedad, como nación.
Seguramente ideologías y metas claras, sabiendo que el camino para arribar a ellas será difícil, requiriendo de nuestro esfuerzo, responsabilidad y perseverancia.
Valores sólidos para no desviarnos de la ruta correcta.
Humildad, para poder mirarnos en los ojos de los otros, logrando esa empatía tan particular que nos diferencia del resto de las especies.
Valentía y coraje, para pelear, cada uno desde nuestro lugar, por construir una vida personal y social mejor.
Honradez para reconocernos tal cual somos, capitalizando las fortalezas y trabajando sobre las debilidades.
Lealtad hacia los otros y hacia uno mismo, evitando que nuestras convicciones sean manipulas y modificadas con argumentos utilitaristas y egoístas.
Sin dudas, la lista es larga y cada uno de ustedes podría hacerla aún más extensa.
Para finalizar, quisiera que por un momento se olviden del San Martín de los monumentos, lo bajen de los pedestales de bronce y mármol de las plazas y lo reconozcan como una persona de carne y hueso, igual que cada uno de nosotros y no un super héroe de los que aparecen en las películas, con capa y poderes especiales. Me gustaría que lo tengan presente como una persona que se convirtió en un ejemplo a seguir.
No hacen falta baritas mágicas para lograr grandes acciones, solo es necesario tener convicciones claras, y tener siempre presente “que las grandes empresas están hechas para los grandes hombres”.
San Martín, lo logró ¿y nosotros?…