San Martín, el hijo de Yapeyú.
San Martín, el Santo de la espada.
San Martín, el Padre de la Patria.
Y, también, San Martín el padre.Un padre interesado y comprometido con la educación de su hija Merceditas.
Un padre que nos dejó como herencia las máximas que orientaron su labor, esas máximas que encierran en su interior enseñanzas que trascienden la educación de una niña y se tornan “palabra viva” para la formación humana de cada uno de nosotros.
Retomarlas en este homenaje a San Martín es una muestra de cuánto la Comunidad Educativa del Colegio Yapeyú las valora, reconociendo en ellas no solo un aporte significativo a la tarea docente sino, también, al desarrollo personal y profesional de sus miembros, puesto que señalan el camino a la humanización.
A través de sus máximas San Martín nos enseña a amar la verdad y odiar la mentira.
Amar la verdad implica reconocer y valorar su existencia, reducir el relativismo que nos inclina a pensar que todos somos dueños de ella y, por ende, que no hay una verdad.
Amar la verdad, en el contexto escolar, implica entender que uno de los caminos para llegar a ella es el conocimiento, apreciando el valor de la experiencia como una aproximación, pero comprendiendo que el estudio, la investigación, la reflexión, la discusión con expertos la hacen asequible. De allí el valor de ir en su búsqueda, de no quedarnos con una impresión o una opinión; movilizarnos en su conquista, porque es lo que nos va a permitir dar un salto cualitativo en nuestra formación y en nuestros vínculos.
Nos enseña, también este padre ejemplar a hablar poco y lo preciso.
La decimos, la repetimos y nos preguntamos, ¿hablar poco? ¿No es acaso la palabra el mejor medio para conocernos, para resolver un conflicto?, ¿No es la palabra un aliento, un gesto de amor? Y sí, la palabra es todo eso y bastante más.San Martín no niega su valor; solo nos indica que hablemos lo preciso, lo necesario, lo que aporta, aclara, alivia y acompaña. Esa palabra justa, en el momento oportuno. Esa palabra que solo es dicha cuando en ella está contenida la verdad, esa que nos habilita al diálogo y va en la búsqueda del bien, esa palabra que libera y humaniza. Solo esas son las que deben ser dichas, de allí su gran enseñanza: hablar poco y lo preciso.
Y lo fundamental que nos propone San Martín en sus máximas es humanizar el carácter y hacernos sensibles, aún con los animales que nos perjudican. En ella se integran todas las demás, no en vano la ubicó primera en la lista que llegó a nuestras manos.
Humanizar el carácter, desde sus lecciones de vida, tiene que ver con desarrollarnos como personas, es ese proceso que se inicia en el interior de cada uno y llega hasta la relación con todo lo existente, entendiendo que la forma que elijamos para relacionarnos hablará de cuánto hemos avanzado en este proceso.
Humanizarnos significa poner en acto aquellos valores que nos identifican como hombres; significa ser solidarios, tolerantes y, básicamente, respetuosos.
Significa, también, ser confiables y estar dispuestos a brindarnos como amigos, cultivando estos vínculos de manera que se transformen en lazos tan fuertes como los familiares.
Son estas enseñanzas de San Martín las que orientan nuestra tarea de educar y de educarnos, ellas validan nuestro accionar diario y nos confirman la existencia de principios y valores que resisten el paso del tiempo y persisten pese a la fuerte corriente que se empeña en descalificarlas.
Son estas enseñanzas las que nos permiten aspirar a que los jóvenes que egresen de nuestro Colegio “…puedan trascender las puras dimensiones psicobiológicas y conquistar las dimensiones superiores a las que están destinados, de modo que puedan ser transformadores y promotores de una sociedad mejor”, tal como propone nuestro Ideario.
Mil gracias por acompañarnos en este homenaje al hijo ilustre de Yapeyú, a José de San Martín.
Lic. Lucia Avancini
Directora General del Colegio Yapeyú
Corrientes, 15 de agosto de 2014