En vísperas del cumpleaños 29 del Colegio, Lucía Beatriz Avancini, directora general, contó cómo empezó este sueño, el porqué de la elección del nombre y la linda casualidad que une la fecha del fallecimiento del Padre de la Patria, José de San Martín, con el día de la fundación del establecimiento.
- ¿Cuándo comenzó este sueño?
LBA: Con Augusto, decidimos crear el colegio cerca de mayo de 1990. Fue entonces cuando averiguamos todo lo necesario para abrir un colegio. Dentro de los requerimientos también teníamos que pensar un nombre.
- ¿Por qué ‘Yapeyú’?
LBA: Queríamos que el nombre que eligiéramos tuviera un significado para nosotros. Las personalidades de la historia ya estaban ocupadas por otras instituciones educativas y no queríamos atarnos al presente ni tener una identificación religiosa, porque la escuela nació con esta impronta de libertad.
Yo soy del departamento de San Martín, que incluye Yapeyú, Colonia Carlos Pellegrini, Guaviraví y La Cruz. Mis abuelos vivían en Yapeyú, entonces pasé mi infancia allí, también mi adolescencia: hasta festejé mis 15 años y me casé con Augusto en este pueblo. Yapeyú no era cualquier nombre para nosotros: estaba muy atado a nuestra historia personal y, por supuesto, a San Martín. Yapeyú no es cualquier pueblo, es un pueblo con una identificación muy marcada. Por todo esto es que decidimos ponerle Yapeyú.
- ¿Cómo es que el aniversario del Colegio coincide con la fecha del fallecimiento del Padre de la Patria?
LBA: Cuando inscriben al Colegio en el Registro de Instituciones Privadas, lo hacen con Disposición 313, el 17 de agosto de 1990. Este hecho vino a confirmar más la decisión de llamarlo Yapeyú.
- ¿Cómo fueron los comienzos?
LBA: Comenzamos en 1991 brindando Educación Secundaria en un edificio por Pellegrini y San Lorenzo, en el viejo edificio de la Universidad Popular. En ese mismo año ya comenzamos a organizarnos para abrir el Jardín y la Primaria. Buscamos otro edificio y lo hallamos por Quintana 1557. En 1992, con la oferta académica completa, nos trasladamos todos allí y dejamos al lugar por San Lorenzo para talleres y otro tipo de actividades. Estuvimos en ese edificio hasta febrero de 1994 cuando Jardín y Secundaria se mudaron al edificio actual del Colegio. La Primaria estuvo un año más, en 1995 nos trasladamos todos acá.
- ¿Por qué emprender en Educación?
LBA: Yo soy profesora en Ciencias de la Educación y en esta formación -donde se tienen materias como Organización Escolar, Didáctica, Pedagogía-, el sueño es tener un Colegio donde puedas aplicar lo que estudiás. Te preguntás ¿Qué tal si creás un Colegio donde puedas volcar tu visión de la Educación? Augusto es ingeniero, pero es un ingeniero muy práctico, proactivo, ejecutivo y también tiene su costado de “idealista”: porque más allá de que esto es un emprendimiento empresarial, no elegimos cualquier rubro. Elegimos la Educación.
- ¿Qué diferencial pensaron para sumarse como alternativa?
LBA: Desde el principio nos gustó el combo de innovación preservando nuestras raíces y todo aquello que nosotros consideramos fundamental para la formación de una persona, un estudiante y un futuro profesional. Es por esto que arrancamos con la Secundaria, porque sentimos que hacía falta una opción para formarlos en aquellas capacidades básicas que le permitieran desarrollarse bien en la universidad. Hicimos una propuesta con la estructura que el Ministerio de Educación solicitaba, aunque incluimos desde un principio Tecnología y una carga horaria importante de Inglés, además de materias con formación en el oficio de aprender.
Desde un inicio tuvimos mesas y no pupitres individuales porque siempre pensamos en el trabajo en equipo como un valor fundamental.
- ¿Qué siente de llevar adelante este proyecto hace 29 años?
LBA: A mí me apasiona lo que hago. Todas las personas tenemos una misión en la vida y esta es mi misión. Yo creo que lo que hago contribuye a la formación de muchas personas. Me da orgullo, pero me da mucha responsabilidad. Yo sé que no es mi resultado, es resultado de la familia, de los chicos, del equipo docente, pero yo soy la directora. Porque, más allá de que no es mi logro personal sino colectivo, el dirigir me genera presión.
Yo tengo que estar para resguardar que la libertad sea un valor, que no se adoctrine a los chicos, tengo que estar mirando para que lo que se fomente sea el desarrollo personal; tengo que tratar de promover el desarrollo de los docentes que trabajan en el colegio también. Me exijo bastante. Me capacito permanentemente.
Siento que una institución tiene que tener una esencia que no debe cambiar porque es lo que le da identidad y busco eso. Ahora que tenemos muchos “hijos de egresados de la escuela” yo quiero que ese egresado, cuando trae a su hijo, diga “esto yo lo mamé acá”; la satisfacción que siento cuando lo logro es inmensa.
Esta esencia, que tanto me interesa que permanezca, está; cambiará la tecnología, enfocaremos más hacia otras habilidades, lo que fuere, pero que se sienta que es el Yapeyú y no que mutó a otra cosa; esa es mi causa también.