El 22 de agosto se conmemora el Día Mundial del Folklore, en homenaje al creador de ese vocablo: William Thoms. Etimológicamente deriva de “folk” (pueblo, gente, raza) y de “lore” (saber, ciencia) y se designa con ese término el “saber popular”. La fecha coincide en Argentina, con el nacimiento de Juan Bautista Ambrosetti (1865-1917), reconocido como el “padre de la ciencia folklórica”.
El emblema que representa a los folkloristas argentinos – elegido por el Primer Congreso Nacional del Folklore (1948)- es el árbol. Las escasas hojas representan la juventud primaveral de la ciencia. Las palomas, la unión de lo material con lo espiritual en la amplitud del folklore. El tronco y ramas están envueltas con una banda que dice: Qué y cómo el pueblo piensa, siente, imagina y obra. Este emblema fue ideado por Rafael Jijena Sánchez.
Un día como hoy, pero de 1960 -casi un siglo después de que se creara el término- se realizó en Buenos Aires el Primer Congreso Internacional de Folclore. Presidido por el prestigioso folclorólogo salteño Augusto Raúl Cortazar, el Congreso reunió a representantes de 30 países quienes instauraron el 22 de agosto como el Día del Folklore.