Desde hace décadas, distintos sectores bregan porque el 24 de agosto sea declarado Día del Padre Argentino en homenaje a la fecha en que, en 1816 en Mendoza, nació la hija de José de San Martín y Remedios de Escalada: Mercedes Tomasa.
La historia nacional tradicional convirtió en próceres de bronce a personas de carne y hueso, como lo fue José de San Martín, despojándolos de sus aspectos más humanos. No obstante, en esa tendencia siempre se destacó el rol de esposo y padre del militar. Así, se preservaron las figuras de su esposa, Remedios de Escalada, y su hija, Merceditas, aunque en su familia también merece un sitio de honor una de sus dos nietas.
Mientras Remedios nació en Buenos Aires el 20 de noviembre de 1797, la hija que tuvo con José vino al mundo en Mendoza. Precisamente, en la casa de la actual calle Corrientes, entre el 329 y el 342, de la Tercera Sección de Ciudad, y que ocupaban desde que él fuera nombrado gobernador intendente en 1814.
Merceditas fue bautizada el 31 de agosto de 1816 y su madrina fue Josefa Álvarez de Delgado, vecina de los San Martín Escalada, mientras que su padrino fue el sargento mayor José Antonio Álvarez Condarco. Pero la niña estuvo en Mendoza por escasos meses: junto con su madre fue enviada por el padre a Buenos Aires para que estuvieran en la casa de los abuelos maternos, mientras él se encargaba de rematar los detalles para su campaña militar.
Remedios, que siempre fue de salud débil, regresó a Mendoza por poco tiempo entre 1818 e inicios de 1819, pero murió en Buenos Aires el 3 de agosto de 1823, quedando Merceditas a cargo de su abuela, quien –esto consta en cartas– la convirtió en una niña insoportablemente caprichosa.
Al año siguiente, luego de pasar el mando de la campaña a Simón Bolívar, San Martín volvió a Mendoza y estuvo poco tiempo hasta que siguió camino a Buenos Aires, en donde se reencontró con su hija y se topó con un pequeño monstruito que debía poner en regla a como diera lugar.
Padre e hija marcharon al exilio en Europa, primero en Londres y luego en París. Ahí, Mercedes fue educada por su padre, lo cual se volvió en el principal objetivo del otrora jefe del Ejército de los Andes y para lo cual redactó las célebres máximas que tienen mucho de la disciplina que éste les había impuesto a sus hombres. Parece que lo logró, ya que, en diversas cartas a sus amigos en Argentina, el exiliado se jactaba de las virtudes de su hija y por quien –no temía dejarlo escrito– sentía un gran amor.
Mercedes se casó el 13 de diciembre de 1832 con Mariano Balcarce, hijo de un amigo de San Martín y por entonces diplomático argentino en Inglaterra. Por las obligaciones del esposo, la flamante pareja debió volver a Buenos Aires, donde el 14 de octubre de 1833 nació su primera hija: María Mercedes.
A fines de 1835, todos se trasladaron a París y se instalaron junto con el libertador en la propiedad que éste poseía en Gran Bourg. Ahí, el 14 de julio de 1836 nació la segunda hija y nieta: Josefa o Pepita. Según se sabe, ambas niñas lograron sacar la parte más tierna del anciano en que se fue convirtiendo el general, quien murió el 17 de agosto de 1850.
Lo siguió su nieta mayor: falleció en 1860 a causa de un medicamento mal recetado que terminó envenenándola; tenía 27 años y era soltera. A su vez, Mercedes dio el paso a la eternidad el 28 de febrero de 1875 y sus restos, con los de su marido y María Mercedes, descansan desde 1951 en un mausoleo que hay en la Basílica de San Francisco, en la esquina de Necochea y España de Ciudad.
Fuente: Mendoza, Dirección de Escuelas