Hace tiempo decidimos que la Educación Emocional debía estar presente en nuestra oferta educativa. Como tal, ésta significa un proceso educativo continuo y permanente y su finalidad es que a través del conocimiento de las emociones, los alumnos puedan desarrollar habilidades que le permitan afrontar los retos que se plantean en la vida cotidiana.
En el marco de las actividades de febrero continuamos con las capacitaciones vinculadas a esta temática. El objetivo es profundizar los conocimientos sobre teorías más avanzadas al respecto.
Es así que ya se realizó la primera y participaron el equipo de Orientación y Tutoría y otros docentes voluntarios. El tema tratado fue el de Funciones Emocionales y fue dictado por la coordinadora de Comunicación y Desarrollo, Elina Fernández Avancini.
¿Qué son las Funciones Emocionales? Para explicarlas Elina tomó como referencia el cuadernillo de capacitación empresarial de Santalá, un material bibliográfico de consulta en Coaching.
De allí surge que son “programas internos” que generan emociones y que se activan en función de nuestras interpretaciones frente a lo que nos pasa y las circunstancias.
No son emociones sino que están dentro de las emociones y, en sí mismas no se sienten.
¿Por qué son importantes? Primero, porque cada función exige recursos muy particulares del cerebro y del cuerpo y además gestiona la información pero también las sustancias químicas que ejercen efecto tanto en el cerebro como en el resto del cuerpo.
Las funciones emocionales nos sirven -y han servido a nuestros antepasados- para sobrevivir pues nos permiten observar y resolver con practicidad los problemas de la vida cotidiana.
La Educación Emocional es tenida en cuenta como un complemento indispensable del desarrollo cognitivo y desde el equipo de Orientación y Tutoría se trabajan aspectos importantes para aplicarlos en la interacción con los alumnos. El desarrollo de dinámicas que tienen la finalidad de activar las emociones, reconocerlas y poder gestionarlas es clave.