Es nuestro propósito en este acto reafirmar nuestra convicción de que algún día dejaremos de pensar en nuestras Malvinas como un sueño imposible. Esta fecha nos brinda la gran oportunidad de reflexionar sobre el valor de quienes fueron capaces de comprometer sus vidas por lo que consideraron su causa a lo largo de nuestra historia; también para reflexionar sobre el valor de la paz, lo que alimenta el sueño de construir entre todos un mundo mejor, en el que el diálogo sea el único medio para solucionar los conflictos.
A continuación compartimos el discurso de la Prof. Miriam Villan:
Los recuerdos engrandecen a nuestro país, porque la memoria lo ayuda a aprender del pasado.
En esta fecha se homenajea a los héroes que combatieron en el conflicto bélico del Atlántico Sur en 1982. Una oportunidad para reivindicar la memoria, la soberanía y la libertad.
Las Islas Malvinas fueron avistadas por primera vez en el año 1520 por la expedición de Fernando de Magallanes, al buscar un pasaje hacia el Océano Pacífico.
Los corsarios británicos, a la caza de los galeones de cualquier bandera, las percibieron, pero no pusieron pie en tierra ya que las confundieron con las costas patagónicas.
El primer desembarco documentado no ocurrió hasta cerca de un siglo después, en 1690, con John Strong, quien navegó entre las dos islas principales, dándole al pasaje el nombre de Estrecho de San Carlos.
Esto provocó con posterioridad una serie de fricciones con España, pues este país y Gran Bretaña defendían haber descubierto cada una por su cuenta las islas y las reclamaron para sí.
España logró la retirada de los británicos en el marco de los acuerdos por el Tratado de San Lorenzo. Con estos acuerdos, entre otras cuestiones, el Reino Unido reconocía la soberanía hispana en los archipiélagos del Atlántico Sur próximos al continente americano a cambio de asentarse en la isla de Quadra y Vancouver (actualmente conocida sólo como Vancouver, en Canadá).
Una vez establecida nuestra independencia de España, las islas pasaron a ser de soberanía argentina. Durante el inicio de dicha soberanía, las Islas Malvinas dependían políticamente del Gobierno de Buenos Aires y eran utilizadas como lugar de reclusión de delincuentes peligrosos. En 1829 se nombró gobernador de las islas a Luis María Bernet, su primer funcionario gubernamental.
Resulta de gran interés recordar la carta que José de San Martín enviara el 14 de agosto de 1816 al gobernador de San Juan, por el que se disponía ofrecer la libertad a los presos en distintas prisiones del territorio argentino, entre ellas la de Malvinas, a cambio de que se incorporen a la causa pública.
Eran los días en que el Libertador formaba contra viento y marea el heroico Ejército de los Andes y para tal fin convocaba a los criollos, a los indios y a los presos que querían redimirse de sus condenas sirviendo a esa patria que venía amaneciendo por su costado norte.
El hallazgo de esta carta vincula, por primera vez en un escenario mayor, el nombre del Padre de la Patria con la defensa soberana de nuestras islas Malvinas.
La lectura es sencilla y conmovedora: San Martín sabía de Malvinas y la había integrado al territorio nacional.
Tras la destrucción del asentamiento argentino de Puerto Soledad por parte de la corbeta estadounidense Lexington (1831), en 1833 el Reino Unido pese a estar en relaciones de paz con la Confederación Argentina aprovechando la situación invadió militarmente las islas y estableció una guarnición militar, desvalijando por la fuerza a los pobladores argentinos y a sus autoridades argentinas.
Ciento cincuenta años más tarde, los dirigentes de la dictadura argentina idearon la reconquista de las Islas Malvinas. Fuerzas argentinas recuperaron el control de las islas el 2 de abril de 1982.
Comenzada la Guerra de las Malvinas, los británicos respondieron con una fuerte expeditiva que desembarcó seis semanas más tarde y después de duros combates forzaron la rendición argentina el 14 de junio de 1982.
Tras la Guerra de las Malvinas los Gobiernos del Reino Unido prohibieron el ingreso de cualquier civil con pasaporte argentino y establecieron un área de exclusión en torno a las islas, extendiendo así su dominio a varias centenas de miles de kilómetros cuadrados del Mar Argentino.
Corresponde en esta fecha, tan particular, para el pueblo argentino honrar a nuestros héroes, jóvenes de 18 o 19 años que apenas habían terminado su secundario, que estaban cumpliendo con el servicio militar obligatorio y que se encontraron repentinamente luchando cuerpo a cuerpo con soldados profesionales que los superaban ampliamente en armamento y capacitación, en un contexto de hambre, desprotección y de frío. Contra todo eso y contra todos debieron luchar.
Es necesario también cultivar, en las nuevas generaciones, en ustedes, el conocimiento sobre nuestros derechos y un sentimiento de pertenencia, de respeto hacia un pasado que forma parte indefectiblemente de nuestro presente.
Recordar los hechos y a las personas de la gesta de Malvinas, es volver a la vista que sin memoria no es posible construir la personalidad de todo ser humano, y sin tradición jamás edificaremos la personalidad colectiva de nuestra nación. No olvidemos nuestro pasado, aprendamos de él y valoremos la paz, la libertad y sobre todo la vida.