En verano, aparecen muchas noticias relacionadas con la importancia de tomar líquido para mantener unos niveles hídricos óptimos, pues el calor es uno de los factores que repercute en la deshidratación. Pero, ahora que nos enfrentamos al otoño, no hay que olvidar la importancia de una correcta hidratación especialmente en el contexto académico.
¿Por qué es tan importante mantenerse hidratado? El 60% cuerpo humano está formado por agua y el 50% de nuestra masa muscular es agua. Una hidratación adecuada del organismo es un requisito para la salud, y es esencial para la vida misma. El agua es el solvente que permite muchas de las reacciones químicas vitales del organismo, mantiene las funciones corporales y actúa como lubricante de todas las articulaciones.
El agua es imprescindible para transportar los nutrientes a las células del cuerpo y es la que se encarga de retirar de las mismas los residuos o sustancias de deshechos. También ayuda a regular la temperatura corporal mediante la redistribución del calor desde tejidos activos hasta la piel y mediante el enfriamiento del cuerpo a través del sudor.
Nadie duda que es fundamental mantener unos niveles hídricos adecuados cuando se realiza un ejercicio físico. Beber de forma adecuada durante el ejercicio físico ayuda a atenuar la reducción en el volumen sanguíneo, el gasto cardiaco, el flujo sanguíneo de los músculos, el flujo sanguíneo de la piel, el aumento de la temperatura central, y la disminución del rendimiento físico que acompañan a la deshidratación.
Pero ¿qué ocurre ante una actividad mental? ¿Cómo afecta la deshidratación a los jóvenes que están estudiando? Actualmente existe una serie de investigaciones que prueban la relación entre la falta de consumo de agua y el deterioro de las funciones cognitivas y neurológicas.
Aunque los expertos coinciden que las investigaciones todavía están en fase de desarrollo, diversos estudios muestran que una deshidratación equivalente al 2-4% de pérdida de masa corporal perjudica la memoria a corto plazo, el rendimiento aritmético, la visión motora y la concentración en jóvenes de 20 a 25 años, lo que compromete su rendimiento escolar.
En concreto, la pérdida de agua corporal debida a una ingesta inadecuada de líquidos, causa una disminución del plasma y del volumen extracelular que puede llevar a una situación de baja presión en el cerebro. La baja presión cerebral se asocia con confusión y letargia, y en casos muy extremos con demencia. De esta forma, los expertos coinciden en reconocer que la deshidratación afecta de forma negativa a la realización de tareas mentales: se registran dificultades de concentración y en la memoria a corto plazo, a la vez que aumentan el dolor y la pesadez de cabeza, que afecta a la capacidad retentiva y al aprendizaje. Queda claro que la deshidratación inducida mediante exposición al calor, ejercicio y limitación de líquidos compromete el rendimiento cognitivo y el ánimo.
Así pues, el mantenimiento de una hidratación adecuada permite que el cuerpo se autorregule y existen evidencias que indican que puede reducir la gravedad del dolor de cabeza, del cansancio y de la pérdida de concentración. Estar bien hidratado es esencial para la salud en cualquier época del año y situación, pero en los momentos que se requiere un esfuerzo mental intenso (como por ejemplo en épocas de exámenes), el rendimiento intelectual y la productividad pueden verse comprometidos si el nivel de hidratación no es el adecuado.