Hoy, 24 de marzo se recuerda a quienes resultaron víctimas del proceso iniciado en esta misma fecha, pero del año 1976, en todo el territorio de la República Argentina conmemorándose el “Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia”. Sería interesante preguntarnos entonces: ¿Por qué Memoria, Verdad y Justicia?
Cada uno de nosotros como habitantes de un territorio que nos cobija, necesitamos tener MEMORIA de lo que sucedió durante la década del `70, etapa en la que nuestro país se encontraba convulsionado y sumergido en una ola de terror proveniente de diversos y antagónicos frentes y hacia enemigos que enarbolaban una misma bandera; la celeste y blanca.
También, tenemos la necesidad de que se conozca y se defienda con absoluto recelo, la VERDAD de lo que sinceramente ocurrió, la verdad y solo la verdad, sobre los delitos atroces, salvajes y cobardemente cometidos, como también, las innumerables violaciones a cada uno de nuestros indelegables e imprescriptibles Derechos Humanos.
Pero la MEMORIA y la VERDAD no bastan, es importante además, que se descubra a quienes fueron los responsables de semejante atropello, los responsables de tantas lágrimas, de tantas heridas, de tantas ausencias y de tanta miseria, con un claro y único objetivo: alcanzar la JUSTICIA. Una Justicia que nos envuelva a todos, sin distinciones, prejuicios ni privilegios.
Únicamente así, con la Memoria, la Verdad y la Justicia como obligados estandartes de cada uno de nuestros actos y pensamientos cotidianos, podremos estar seguros de que NUNCA MÁS en nuestra querida patria, puedan repetirse hechos tan trágicos y violentos, que con sus dolorosas secuelas, nos alejen del horizonte que debemos tener como sociedad; la PAZ.
Los grandes sufrimientos son siempre aleccionadores y lo ocurrido durante la última dictadura militar deberá servir para mantenernos alertas y hacernos comprender que únicamente la DEMOCRACIA, como estilo de vida, es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que solo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de cada uno de nosotros, de nuestra posteridad y de todos las personas del mundo que quieran habitar el suelo argentino.
Javier Abrigo