“La inteligencia humana no se nutre con las soluciones sino con los problemas”, dijo alguna vez Albert Einstein. Para que la inteligencia pueda “nutrirse con problemas” es necesario que el cerebro funcione correctamente. Y para ello hay que nutrirlo con alimentos de primera calidad. Los médicos de la antigüedad ya estaban convencidos de la influencia de la alimentación en la actividad mental. Antes de que la medicina moderna hubiese incursionado en la dietética, los médicos antiguos pensaban que la buena alimentación era la base de todo tratamiento.
La alimentación humana es mixta u omnívora, es decir, debe estar constituida por alimentos diversos, tanto de origen vegetal como animal. Una alimentación variada, equilibrada y adecuada para cada etapa de la vida contribuye a mantener un buen estado de salud general, mediante el correcto crecimiento, desarrollo y funcionamiento de todos los órganos y sistemas del cuerpo.
Más allá de las razones que llevan a cada persona a definir su dieta, tener en cuenta de que no hay que seguir dietas drásticas esperando obtener resultados mágicos, tanto para bajar de peso como para aumentar la masa corporal porque cada una de ellas dejara secuelas en el organismo, sobrecargará al hígado y a los riñones y nuestro cuerpo es el único que tenemos, debemos cuidarlo.